Este es el momento perfecto para festejar el
amor, pero no un amor cualquiera, sino el amor universal, el amor que
Cristo nos enseñó, y nos dejó para amarnos todos los unos a los otros,
aquel amor que está en todos lados, y en todas las cosas. Asimismo, un
amor que es capaz de ir más allá, pues en ese amor se encuentra Cristo.