A veces nuestros
corazones parecen haberse olvidado de Dios. Por eso, cada año, la Navidad
regresa a recordarnos el júbilo de ese Dios Niño que vino a dar su vida por
nosotros, a recordarnos la humildad de un Jesús que quiso ser hijo de un
carpintero y aprender de la vida de los pobres. Por eso lo llenamos todo de
luces que parecen pequeñas estrellas: así recordamos a nuestros corazones que
ellos no pertenecen a la tierra, sino al Cielo, y que su lugar está allá
arriba.
¡FELIZ NAVIDAD!