TERCER DOMINGO DE ADVIENTO

En este tercer domingo de Adviento, nos acercamos a la Navidad y esta cercanía nos lleva a meditar más profundamente en la venida final de Jesús. Estamos alegres y agradecidos porque se nos ha dado el Espíritu, se ha predicado la Buena Nueva y se nos asegura la salvación. Nosotros también, al igual que Juan Bautista, hemos sido llamados a predicar el camino del Señor; a preparar nuestros corazones para su llegada.

En este tercer domingo de adviento queremos, Señor,
practicar las consignas que nos da tu apóstol Pablo:
Estén siempre alegres y no dejen morir en sus manos
las ascuas incandescentes del Espíritu de Jesús,
que es alma y fuego, luz y amor, llama y vida, gozo y paz.

Gracias, Señor Jesús. Hoy tenemos motivos de alegría:
Tú estás viniendo, ya llegas, ya estás en medio de nosotros.
Con el Bautista podemos decir: mi alegría está colmada;
es preciso que Cristo crezca y que nosotros disminuyamos.
Haznos testigos tuyos entre nuestros hermanos los hombres
para que no seas tú el desconocido de nuestro mundo.