Como
todos los años en estas fechas, a punto de terminar el año litúrgico, tenemos la suerte de celebrar una gran fiesta para todos los vicencianos.
Por
un lado, recordaremos la vida de Catalina Labouré, una sencilla hija de la
caridad que dedicó su vida al servicio a los más empobrecidos de su época. Fue
una Hija de la Caridad
trabajadora y fiel a su vocación, pero si ha llegado su historia hasta nuestros
días es por una de sus mejores virtudes: la sencillez de corazón. En la Iglesia se la conoce como
la santa del SILENCIO, por haber sido capaz de guardar en su corazón el secreto
de las apariciones, por no haber querido ser ella la protagonista y saber
reconocer a la protagonista real: MARíA.
Por
otro lado, celebramos el que la
Virgen María quisiera hacerse presente en un momento de la
historia muy difícil (tal vez parecido al actual en el que los pilares sobre
los que tenemos asentados la sociedad se tambalean).
María
escogió a una persona sencilla, de corazón puro, para hacerle partícipe de la
misión de llevar a cada una de las personas la Buena Noticia del Evangelio.
María quiere que sepamos que está junto a nosotros, que escucha nuestras
oraciones y peticiones, que intercede por nuestras necesidades ante su Hijo Jesús y que debemos confiar en la
fuerza de la oración para superar las dificultades.
Pinchando en la imagen podréis entreteneros realizando puzzles relacionados con este acontecimiento.
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